Tenía apenas 3 años cuando me quede distraída, en esa planta rara que apenas comprendía, tenía un color verdoso y unas espinas que me causaban reflejos, su rareza me emocionaba, y al mismo tiempo me sorprendía, era lucia tratando de entender cómo era posible que aquello que no reconocía y deforme podía producir en ella esa espera, no era una espera tediosa ni caprichosa, era la espera que ahora entiende cuando se queda conmovida, adormecida en cierta película que le roba la realidad y la transporta a ese momento, que no le pertenece, que la sobrepasa, pero ella se queda, piensa que un buen día ese momento va a tomarla de las manos y va invitarla a que sea parte de el, ella no se conforma con ser la espectadora, ella quiere ser la espina que pica a los distraídos, quiere portar el verde que solo tiene el cactus que se encuentra en el jardín de su primera casa, quiere ser aquella mujer la de la película que llora de felicidad al ver el mundo abrazado, caminando, niños y mujeres a lado de sus hombres, tomados de las manos ,todos, donde no se distinguen razas, ni preferencias sexuales, donde ya no le duele el mundo, ya no le duele nada, esa imagen se le clava en los ojos y nuevamente se queda paralizada, ella puede observar una película interior que la hace perderse otra vez en su mundo, en el mundo que ella soño desde su infacia, en el mundo que además de pertenecerle a ella, ahora le pertenece a los demás.
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